domingo, enero 29, 2017



Frederick Perls (creador de la terapia Gestalt) no se preocupaba por el contenido ideacional de sus pacientes paranoicos, sostenía que la mayoría tenía razón en sus sospechas paranoicas, pero que el paranoico tenga razón no implica que no esté equivocado. ¿Por qué? Porque la mayoría de las personas son conscientes de que muchos de sus allegados guardan malas intenciones con ellos, pero no reaccionan como el paranoico. Me da lo mismo que alguno de mis vecinos quiera matarme o pueda hablar mal de mí, ya que no podrá matarme y me importa un comino lo que pueda hablar de mí.

¿Qué diferencia al paranoico del resto de las personas? Que el paranoico no está realmente reaccionando a las señales de mala intención de sus supuestos perseguidores, sino que reacciona a partes disociadas de su personalidad, formadas en experiencias pasadas. A ver, seré más claro, Pedro puede decir que Juan lo acosa, y ser cierto, y su respuesta ser acertada. Pero el paranoico siente que es acechado no sólo por una o dos personas, sino que por la mayoría, es más, aún estando solo se siente acechado, porque esa instancia que lo acecha es propia. El paranoico se siente acechado siempre, tiene sueños donde es perseguido constantemente, cada ente en su vida lo experimenta como peligroso. Se sentirá perseguido por las personas que lo conocen, pero también por instituciones, o cualquier cosa que pueda personificarse de alguna manera para él. por este motivo, cuando un paranoico iba a la consulta de Perls, a Perls le importaba muy poco el contenido esgrimido por el paranoico para justificar sus temores, porque el problema era intrapsíquico. Los elementos externos al paciente sólo operaban como disparadores de sus temores, temores que ya estaban preconfigurados por el paciente.

Este proceso donde alguien reacciona inadecuadamente a un disparador (digo inadecuadamente y no exageradamente, porque a veces una respuesta emocional peca por exceso o por falta) debe alejar al disparador como causa del problema y se deberá prestar atención a la forma de respuesta del individuo. Estas respuestas inadecuadas tienen varias características comunes que la definen como síntoma en una consulta psicológica. Primero toma el control de la persona, cuando se dispara esta respuesta la persona pierde su libertad, se siente dolido/a, en peligro, su vida queda polarizada por el tinte afectivo de la respuesta emocional. En segundo lugar esta respuesta es rígida en forma e intensidad. La persona esgrime la misma respuesta a estímulos parecidos Por eso podemos definir a partir de la respuesta, a la persona, y decir cosas como: es un paranoico, es un depresivo, es un desconsiderado, es agresivo, etc. Porque tiene un patrón de respuesta similar para una gama amplia de estímulos con poca capacidad de discriminación, porque una vez que la emoción lo controla ya queda cegado a todo. Se ha vuelto loco.

El concepto de locura no es un concepto científico, pero todos lo entendemos. Nos damos cuenta si Pedro o María han enloquecido en algún aspecto de su vida. Nos llega María en un estado emocional muy alterado porque se peleó con su novio, cuando nos cuenta el motivo de la disputa nos damos cuenta de que no es suficiente para que María se encuentre como se encuentra. Si ocurre una sola vez, o unas muy pocas, no pasa nada, pero si María nos llega todos los días en ese estado por culpa de su novio, hay que olvidarse del novio, hay que sacarlo de la ecuación, porque el problema se encuentra en María y sólo en ella. Si conocemos a María de mucho tiempo atrás, y resulta que ella entra en estos estados con todos o casi todos, y repite las mismas historias, hay que ver el problema en María y sólo en ella. Los novios sólo han sido elegidos para servir a un propósito en la vida de María, ocupar un rol en un conflicto intrapsíquico. María actúa su conflicto interno con estos novios escogidos inconscientemente para tal propósito. Se dice que los problemas de parejas son de dos, a veces sí, pero la mayoría de las veces no, son de uno, sólo de uno, de aquel que enloquece una y otra vez.

Los conflictos inconscientes actúan como imanes para atraer a aquellas personas que pueden ocupar un rol concreto en el drama escenificado por el conflicto. Si María les cuenta de su terrible drama con Juan, verán que si indagan un poco ese mismo drama lo ha tenido con casi todos los novios importantes en su vida. Si Juan enloquece con Pedro, un compañero de trabajo que le hace la vida imposible, al indagar verán que en la vida laboral de Juan han existido muchos Pedros con perfiles casi idénticos.

Una persona sólo enloquece, y agregaría que repetidamente, cuando un conflicto intrapsíquico se activa. El estímulo desencadenante no será jamás la causa real, de ahí que pretender solucionarlo de alguna manera jamás resolverá el problema de fondo, que siempre será el conflicto inconsciente. Por este motivo, cuando se me acerca alguien en pleno brote psicótico, ignoro la causa esgrimida por esta persona evitando involucrarme en el conflicto tomando partido por las partes, porque de seguro que al hacerlo me equivocaré y, para peor, puedo pasar a formar parte del conflicto inconsciente adquiriendo rango de estímulo desencadenante en la locura de esta persona.

Por este motivo, todo loco está equivocado hasta cuando tiene razón, porque su locura depende de ese conflicto interno y no de la causa esgrimida por el loco. Porque las tormentas emocionales generan sus propios vientos justificativos.

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